De banderas a mascarillas: la reinvención de una pyme en plena pandemia

En plena crisis sanitaria y contra todo pronóstico la sublimación textil permitió la reinvención de Mundo Banderas, el emprendimiento de Catalina Saavedra que hoy, gracias a la producción de mascarillas, figura como una pyme que surfeó de manera exitosa la crisis, obteniendo incluso mejores resultados en términos de facturación.

“Cuando llegó la pandemia se me ocurrió hacer mascarillas y logramos la versión en tela y antitranspirante de la KN95 que, por lo demás, dura al menos 50 lavados sin perder el filtro que contiene. Comenzamos a vender mucho y a una velocidad sorprendente por Mercado Libre y plataformas digitales, no solo a particulares sino sobre todo a empresas de servicios de salud, retail y otras”, explica Catalina, quien tiene una historia épica de emprendimiento, con fracasos incluidos.

Cuando en septiembre de 2011, el gobierno de Chile promulgó la ley para izar la bandera nacional durante todo el año, la creadora de Mundo Banderas identificó un nicho de negocio con gran potencial. Visualizó que muchas empresas y corporaciones a lo largo del país invertirían en estos productos que, hasta entonces, eran fabricados artesanalmente y que, por lo tanto, requerirían de cierta industrialización para cumplir con la demanda. Es así como comenzó a explorar las posibilidades que aportaba la sublimación textil, la técnica que permite idear cualquier diseño y transferirlo por medio de calor a las telas.

Tecnología Epson de sublimación

“Antes de eso, el 2010 viajé a China e importé máquinas carísimas, todas malas y quebré. Pero en eso apareció Epson y fui una de las primeras que en Chile les compró una impresora de sublimación. Con estos equipos me cambió la vida cien por ciento, porque al industrializar la fabricación de banderas, irrumpimos y ganamos en el mercado”, sostiene.

El negocio creció y Catalina logró armar una estructura sólida y un organigrama estable que no sufrió alteración durante la crisis, puesto que ningún trabajador quedó sin empleo. Al contrario, debido a la producción no solo de mascarillas, sino también de salvaorejas e insumos médicos, logró fortalecer sus ingresos y mejorar la facturación previa a la coyuntura.

“Para mi ha sido fundamental trabajar con una tecnología que me permitió industrializar el rubro, pero también cumplir siempre con el cliente final, porque para que la cadena funcione es imprescindible contar con un servicio técnico autorizado y tener repuestos y consumibles disponibles en plazos acotados. Tener un buen partner es determinante para el éxito de cualquier negocio”, sentencia la emprendedora. 

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