En esta era de la tecnología, buscamos inspiración en la naturaleza y en lo que es real. PANTONE 18-1750 Viva Magenta desciende de la familia de los rojos y se inspira en el rojo de la cochinilla, uno de los tintes más preciados pertenecientes a la familia de los tintes naturales, así como uno de los más fuertes y brillantes que el mundo ha conocido
Leatrice Eiseman Directora Ejecutiva del Pantone Color Institute
Pantone’s Color of The Year, Viva Magenta 18-1750, vibra con brío y vigor. Es un tono arraigado en la naturaleza que desciende de la familia del rojo y expresa una nueva muestra de fuerza. Viva Magenta transmite valientía y audacia y es un color palpitante cuya exuberancia promueve una celebración alegre y optimista, que esculpe una nueva narrativa. El Color of The Year de este año es vigoroso y fortalecedor. Es un nuevo rojo animado que se regodea en la alegría pura, que fomenta la experimentación y la autoexpresión sin restricciones, un tono electrizante y sin límites que se manifiesta como una declaración de principios. PANTONE 18-1750 Viva Magenta da la bienvenida a todos con brío por la vida y espíritu rebelde. Es un color audaz, lleno de ingenio e inclusivo.
HISTORIA
Desde el siglo xvi, los europeos reconocieron el valor económico de la cochinilla en la industria textil, como promovieron su producción como monopolio en regiones del actual estado de Oaxaca, articulándola con la seda de Asia, para el consumo de ambas entre los monarcas, la nobleza y el alto clero.5 Asimismo, artistas en Europa, el Imperio otomano, India, China y Japón, de entre los siglos XVI y mediados del XIX, utilizaron colores rojos producidos por la cochinilla mexicana para la coloración de sus obras.6
Francisco Javier Clavijero, en su obra Historia Antigua de México, afirma que la cochinilla necesitaba de mayor cuidado que los gusanos de seda. La lluvia, el frío, y los vientos la dañaban; los pájaros, ratones y orugas la devoraban, por lo cual era necesario tener siempre muy limpios los plantíos de nopales o tunas. En tiempo de lluvia preparaban, dentro de las casa, nidos de heno, de borra o de algo semejante junto con las hojas de la tuna, de cuyo jugo se alimentaban. Antes de tener sus crías, la cochinilla muda de piel; para eliminársela las personas que habitaban en el México prehispánico se valían de una cola de conejo, que manipulaban suavemente para no despegar al insecto de las hojas ni dañarlo.